
Uno de los problemas mas habituales en un alojamiento rural es el de las visitas a los alojados cuando la casa se alquila completa y no por habitaciones.
Por ejemplo: 10 personas alquilan la vivienda durante un fin de semana. Pero el sábado deciden hacer una barbacoa e invitan a 4 personas más. ¿Qué se hace en este caso?
La normativa legal lo dice bien clara. El propietario debe llevar un Libro de Registro en el que se apunta el nombre y la identificación -DNI, pasaporte- de todas las personas que se van a alojar. Los mayores de 16 años también tienen que acreditarse y firmar la entrada y la salida.
Son datos que se deben de entregar a los cuerpos de seguridad como la policía o la guardia civil en un plazo de 24 horas. El alojamiento rural esta obligado en conservar el Libro de Registro durante tres años.
En el caso de que en la vivienda vacacional vaya a haber más personas aparte de las que van a pernoctar, el propietario también deberá apuntar su identificación para entregársela a las autoridades. Aquí empiezan las dudas, porque hay dueños que cobran una cantidad por persona, otros que lo permiten sin un coste adicional y también hay casas en las que no está permitido.
En los hoteles las condiciones son parecidas. Todos los huéspedes e invitados al establecimiento deben estar registrados. Algunos hoteles cobran a los visitantes por utilizar servicios como la piscina, por ejemplo, y otros directamente no lo permiten. Generalmente, los huéspedes pueden subir a personas a la habitación pero no pueden pernoctar en ella.
¿Estas medidas se cumplen siempre? Depende de lo estrictos que sean con las normas y de la habilidad de los timadores. En la red pululan numerosos testimonios de personas que “colaron” en su habitación a su pareja (por ejemplo) sin pagar nada o de personas que utilizan la piscina sin decir nada, haciéndose pasar por huéspedes registrados. Muchos creen que ha sido gracias a su capacidad de despiste, aunque en ocasiones más bien será por la manga ancha de los responsables.
Los hoteles juegan con la ventaja de tener personal que esté pendiente de la gente que entra y sale. El propietario de una casa rural que se alquila entera lo tiene más difícil para controlar, pero puede jugar la carta de la cercanía humana y la buena fe (suena inocente, pero funciona).
Anticiparse con las Normas del Alojamiento Rural:
Siempre antes hay que dejar claras las normas al respecto de este tema antes de que los huéspedes hagan la reserva. Así, si se cometen infracciones, el propietario puede echar mano de ellas para pedir responsabilidades.
Los puntos que hay que dejar claros en la web y en la llegada de los alojados al alojamiento rural son los siguientes:
Condiciones de reserva: Si se abona la cantidad total al reservar o una parte y si se hace el pago total en el ‘checkin’ Si hay que dejar una fianza, y de que manera, dinero físico, bizum o tarjeta. La hora de entrada y salida.
Condiciones de anulación de la reserva: Qué porcentaje del total de la reserva o de la paga y señal se devolverá en función del tiempo de antelación con el que se notifique.
Número máximo de personas que pueden estar en la propiedad: Interior de la casa, jardín, piscina, etcétera.
Servicios que ofrece: Secador de pelo, toallas, limpieza o similares.
Qué está permitido y qué está prohibido: Celebraciones, barbacoas, uso de la piscina, encendido de la chimenea o similares.
Y, por su puesto lo relativo a posibles invitados.
Designar un precio por invitado/a:
Es importante que éste no sea excesivo. La mayoría de los propietarios que cuentan experiencias positivas en Internet piden entre 5 y 10 euros. Una cantidad más alta suele ser motivo de conflicto.
Es mas aconsejable cobrar un poco que no cobrar. El no cobrar nada puede dar pie a que los alojados piensen que no hay ningún tipo de vigilancia y que “todo está permitido”.
Se puede ser mucho más estricto y echar mano del derecho de admisión: si se supera el aforo y hay más personas de las permitidas, el propietario puede anular la reserva y desalojar la casa. Las dos últimas no son buena idea (a no ser que la cosa se haya ido de madre y echar a los inquilinos sea la única opción).
Siempre la mejor opción y mas acertada es crear buenas bases de condiciones/normas y recordar la norma establecida cuando los clientes hagan el ‘check-in’ y preguntar, amablemente, si tienen pensado recibir invitados.
Posibles situaciones por tener visitas:
No husmear durante la estancia de tus alojados: Procurar no pasar a comprobar que no se está cometiendo ninguna infracción es muy desagradable para los clientes y es una de las principales quejas en Internet. También hay críticas sobre que el domicilio del dueño estaba al lado de la casa alquilada o, directamente, dentro de la finca. Si es el caso, lo mejor es avisar antes de que se realice la reserva. Si no, pueden generarse conflictos como que los clientes no quieran pagar al descubrir al propietario viviendo puerta con puerta por falta de intimidad (ejemplo basado en hechos reales).
No ceder ante el chantaje de la mala crítica: no es ningún secreto que las opiniones desfavorables en Internet pueden hacer mella en el negocio. Sin embargo, esto no debe ser un arma para los clientes. Si el propietario descubre que ha habido visitas no notificadas, está en pleno derecho de tomar la medida prevista. El peso de una mala crítica puede equilibrarse con opiniones positivas. Sugerir -sin presionar- a los clientes satisfechos que hagan un buen comentario es una iniciativa efectiva.
Negociación: hay que controlar los nervios en todo momento, por muy combativo que se ponga el cliente. Si el número de visitantes no ha sido excesivo (una o dos personas), se puede llegar a un acuerdo económico o “regalarle” el servicio. Si se ha cometido un abuso (un grupo de personas) es lógico reclamar el dinero que se debe. Ante la negativa a abonar la cantidad correspondiente, hay dos opciones: no devolver la fianza o llamar a las autoridades.
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