"Se trata de una actividad muy recomendable para realizar en FAMILIA"
El Consistorio de Balmaseda se levanta en el corazón del núcleo urbano, asomado a la plaza, junto a la imponente iglesia de San Severino.
Su planta es un espacio casi cuadrangular, con un elemento ochavado, adosado a los pies, que sirve a la caja de escaleras. Sus muros se aparejan en sillería arenisca de tonos rosáceos en la fachada principal y mampuesto bastante digno en el resto. La fachada principal, organizada en una retícula de tres alturas de cinco ejes de vanos, concentra todos los elementos de interés.
La planta baja sirve a un espectacular y exótico soportal que se configura en cinco tramos de seis crujías, abierto lateralmente en las dos primeras y cerrado en las siguientes. Es de arcos de medio punto dovelados, soportados por gruesos machones y pilares de sección hexagonal con esquinas facetadas. Bajo las arcadas se localiza el ingreso, una soberbia puerta adintelada con recerco de orejetas mixtilíneas.
En la planta noble se abren cinco ventanas defendidas por balcones de forja que descansan en amplios mensulones de piedra de perfil sinuoso y quebrado. Son vanos adintelados y moldurados con elegantes orejetas mixtilíneas. En esta altura, el eje central se enfatiza al recargar la decoración del vano correspondiente, dar mayor amplitud al balcón, y sobre todo, por la presencia del escudo municipal.
El último piso muestra una hilera de vanos abiertos en arco carpanel, recercados por molduras fileteadas. Remata el conjunto una compleja cornisa que sirve de base a un volado alero de canes modernos y se cubre con tejado a cuatro aguas.
El consistorio fue construido entre 1736 y 1742, siguiendo trazas del académico montañés Marcos de Vierna y Pellón. El edificio original constaba de un cuerpo central de dos pisos, el bajo para pórtico, flanqueado por dos torres laterales más altas, que en la actualidad se insinúan por dos finas pilastras que recorren verticalmente las calles laterales.
Fue reformado en 1854 siguiendo trazas y condiciones del arquitecto Antonio Goicoechea quien elevó el cuerpo central, nivelando a la misma altura el alero y el cornisamiento general.
El soportal, uno de los espacios cubiertos más geniales de toda Bizkaia, es el elemento más significativo del consistorio encartado. Su estructura, semejante a la de una sala hipóstila, caso verdaderamente exótico en los ayuntamientos, tanto del País Vasco como foráneos, le ha valido el sobrenombre de la mezquita de Balmaseda. Su traza no responde al diseño original, sino que es fruto de dos reformas sucesivas, ambas a principios de este siglo: la primera, en 1900, llevada a cabo por el arquitecto Félix de la Torre y Eguía, en la que se amplió considerablemente el antiguo portalón, formado por las dos primeras crujias, ocupando el espacio resultante de vaciar las dependencias del piso bajo. La obra culminó en 1919, cuando, con planos del arquitecto José María Murga y Acebal, se trasladó el ingreso y la caja de las escaleras del centro del pórtico a su actual emplazamiento.
El resultado es un edificio edilicio de porte monumental, uno de los más elegantes y espectaculares de toda la arquitectura barroca vizcaína. Prácticamente el único ayuntamiento que cede a las pretensiones decorativas del Barroco ornamental. Aunque sin alcanzar la plenitud de algunos de sus contemporáneos guipuzcoanos: Mondragón, Alegria de Oria, Elgoibar, etc, se distancia notablemente de la severidad general característica del resto de las casas consistoriales del Señorío.
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